El filósofo chino sueña con un ojo abierto, considera la vida con amor y dulce ironía, mezcla su cinismo con una bondadosa tolerancia, y alternativamente despierta del sueño de la vida y vuelve a adormecerse , pues se siente con más vida cuando está soñando que cuando está despierto.
Ve con un ojo cerrado y otro abierto la inutilidad de mucho de lo que ocurre a su alrededor y de sus propias empresas pero conserva suficiente sentido de la realidad para decidirse a seguir adelante.
Rara vez se desilusiona, porque no tiene ilusiones, y rara vez se decepciona, porque nunca a tenido esperanzas extravagantes.
martes, 28 de octubre de 2008
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